Siendo yo un pipiolo, un compañero de trabajo me guio por la famosa calle Laurel de Logroño. En el primer local al que entramos nos sirvieron las tapas con un vino tinto. Lo probé, levanté las cejas y me quede mirando al camarero. -Es uno de nuestros vinos cosecheros- me aclaró, como si aquello significase algo para mí. Sonriendo, mi compañero, un bilbaíno de muy buen beber me aclaró que ese era un vino muy común en los bares y tabernas de la Rioja y que se empleaba normalmente para chatear (o potear como ustedes prefieran). Aquel día no entendí nada.
¿Eso era vino? ¿Cómo se hacía? Aun así, la noche continuó con uno de esos cosecheros en cada local que visitamos.
Ese vino era un tinto de maceración carbónica. Si me permiten les guiaré en este artículo para que puedan disfrutar de esos vinos cosecheros.
Vinos de maceración carbónica
Para elaborar vinos cosecheros de maceración carbónica dispondremos de los racimos enteros con su raspón en el depósito pertinente. El peso romperá parte de los racimos y comenzará entonces una fermentación espontánea que producirá anhídrido carbónico. Se añadirá más anhídrido al depósito expulsando el oxigeno de forma que la fermentación se desarrollará de forma anaeróbica. Los granos de uva comenzaran una fermentación intracelular, esto es de dentro a fuera.
Habrá cambios importantes respecto a la vinificación clásica empezando por la degradación del acido málico y la disminución del ácido tartárico. Las enzimas asimilarán más glicerina y por medio de la Pectólisis los hollejos de la uva se debilitarán rompiendo entonces los granos y favoreciendo sustancias que harán más aromático al vino. Este proceso necesita unos veinte días y una temperatura de treinta grados.
Finalizada esta fase la masa del depósito pasará a la prensa, separando del resto el vino que apareció por la rotura de los granos antes del prensado. En muchos casos se permitirá una fermentación maloláctica para estructurar un poco más el vino. Estabilizado el vino ya puede ser comercializado. El proceso es bastante rápido y permite tener el vino listo en apenas seis semanas.
Mejores vinos cosecheros
Este tipo de vinificación nos regala vinos cosecheros muy característicos. Son muy fáciles de beber por su falta de tanicidad y de astringencia. Un vino típico de este estilo tendrá un potente color violáceo con marcados aromas de frutas rojas, violetas, golosinas de fresa y en algunos casos lácticos. Son vinos frescos y parecen más ácidos de lo que son en realidad por su contenido en carbónico.
Tenemos que tener presente que estos vinos tienen una vida de máxima de un año ya que la falta de acidez significa también falta de estructura para envejecer.
Espero que con estas líneas puedan conocer mejor estos vinos y entenderlos en su justa medida. Vinos poco complejos, amables de un precio muy asequible.
Por cierto, que cada vez que regreso a la calle Laurel el primer vino que pido siempre es un cosechero.
Salud