Otro año más llega la vendimia a nuestros campos. Algunos aún tienen la idea romántica de este momento. En mi niñez fueron días muy bonitos donde la familia encabezada por mi abuelo participaba en la recolección y el prensado.
Tan importante era el almuerzo todos juntos como la vendimia misma. Y el regreso a la casa cargados de uvas para prensar o comer siempre era entre risas. Tiempos donde sin saberlo fui feliz. Pero la realidad como industria es distinta.
«Aragón: polvo, niebla, viento y sol»
Tiempo de vendimia, tiempo de trabajo
Es tiempo de mirar al cielo y esperar que no llegue una tormenta inoportuna. Tiempo de recoger la fruta que se ha cuidado durante un año sufriendo la sequía, las pedregadas y plagas. Tiempo de trabajo duro en el campo para muchos. Tiempo de visitar las viñas y decidir en qué orden se vendimiarán. Tiempo de enólogos que han de decidir en días cuándo comenzar jugándose mucho. Tiempo de trabajo en bodega donde seleccionar y clasificar partidas de uva. Tiempo de jornadas eternas controlando fermentaciones y remontes.
Es un tiempo donde condensamos el saber de mucha gente para obtener esa bebida que es alimento a su vez y también cultura e historia.
La vendimia en Aragón es extensa en el tiempo pues hay zonas muy distintas entre sí, gracias a la gran cultura vinícola de la comunidad.
La altura, el tipo de uva o las temperaturas marcan el ciclo año a año. Desde agosto se comenzó en el somontano con las uvas blancas, en el resto se adelantó varias semanas y hay lugares que rozarán las fechas del Pilar para comenzar. Año complicado para la agricultura. Esperemos que esos locos que aún mantienen las viñas y venden a las bodegas tengan precios justos y puedan disfrutar de su trabajo y sumar más vendimias.